jueves, 9 de agosto de 2012

Pudding de estrellas

Seis meses. Seis meses habían pasado ya desde aquel primer beso con él que le hizo sentir cosas que no sabía que podía sentir. 
Hacía meses que no hablaban, pero esas conversaciones previas a ese primer encuentro en el que estuvieron viendo una película como simples amigos le hicieron sentir que podía confiar en él. 
¿Qué si le extrañó? Claro que le extrañó que en diversas ocasiones no pasara nada entre ellos. Pensó que no quería nada, que ella no era la chica que buscaba, que no tenía lo que él quería, pero no le importó, porque ella tampoco llevaba la idea de que fuera a pasar nada, simplemente eran viejos amigos viéndose después de mucho tiempo. 
Al fin y al cabo, después de todos los años que se conocían y de tantos momentos compartidos, a pesar de las discusiones, seguían siendo amigos. 
Fue justo en ese 3º encuentro, en esa tarde de febrero en la playa en un coche viendo una película cuando pasó todo. Inesperado, revelador e imprevisible. Diría que fue en ese momento exacto cuando volvió a enamorarse. Cuando descubrió que nunca le había dejado de querer.
Fue su gran amor a los 14 años, y volvió a serlo a los 18. Siempre a sido el amor de su vida, y Sarah lo sabía.