jueves, 24 de noviembre de 2011

Pudding de melocotón

Ilusa perdida, con la alegría de saber que en menos de 48 horas estaría con él, aunque fuera solo una estúpida tarde, así estaba ella aquella noche tras haber hablado con él después de días sin noticias. El resto de la semana se le había arreglado por completo, aunque tuviera por delante una infinidad de trabajos, muchos exámenes y mil cosas más que hacer sin gana alguna.
Es cierto, él era mayor que ella, para ser exactos cuatro años, tres meses y diecisiete días, pero ¿y qué?.
Y sí, él tenía novia desde hacía casi dos años, está claro que esta fecha no nos interesa con tanta exactitud, pero ¿a quién le importa?
También es cierto que él prácticamente estaba viviendo a un número importante de kilometros de distancia debido a sus obligaciones, pero ¿qué hay de las vacaciones para verse?
Al fin y al cabo, ¿QUÉ M*ERDAS? ¿No estaban hablando día si día también más de seis horas de las 24 que tiene un día? Esta claro, se merecían una oportunidad juntos, y ¿qué mejor momento que esa esperada tarde en la que finalmente habían quedado? Y por cierto, él mostraba más amor por ella de que jamás había mostrado por su novia.


El día anterior a verse ella estaba rebosante de felicidad, no podía despegar esa "estúpida" sonrisa, tal y como la calificaban sus amigas de la universidad, de su boca. Hacía meses que esperaba verle, a pesar de que le veía todas las noches por cam.


Todo iba bien hasta que de repente él le envió un mensaje: 
- Oye, escucha... Mañana no sé como estará la cosa para quedar.
- ¿Y eso?
- Porque tengo que hacer un par de cosas con mi hermano y no sé a que hora acabaré ni si podré pasarme por allí.
- Ah bueno, no pasa nada... - Estaba a punto de llorar de la impotencia. Sarah no podía creer lo que estaba leyendo... Su semana arruinada.
- No te estoy viendo y veo la decepción en tus palabras... - Dijo Jack sorprendiendola como solía hacer siempre. Ella se quedó una vez más sin palabras. - Daría lo que fuera por cambiarlo, odio decepcionarte.
- No te preocupes, si lo entiendo... - En realidad no era así, pero no podía decirselo... ¿Qué podía hacer? No era su novia como para exigirle nada.
- Prometo compensarte cuando nos veamos pedorra, no te imaginas como.
Eso fue lo último que dijeron.


Esa noche, sin saberlo, ambos estuvieron mirando al cielo buscandose el uno al otro en las estrellas. 
Nadie sabrá como pero realmente se encontraron. Se hicieron la promesa de recuperar juntos el tiempo perdido.